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Mayor Salud

viernes, 29 de enero de 2010

La corrección sistemática a los mayores con deterioro cognitivo puede ser contraproducente.

Una nueva ‘técnica de validación’ pone de manifiesto que es más ventajoso “captar la desorientación de la persona mayor y redirigir la conversación, sin negar de forma tajante lo que expone”. - En las fases tempranas del deterioro cognitivo, el cuidador debe emplear frases claras y sencillas. Posteriormente, es importante hacer un uso inteligente del lenguaje corporal y emocional. - Para los estadios más avanzados de la enfermedad, conviene tocar a la persona mayor antes de hablarle y hacerlo enfrente de él y mirándole a los ojos. - Una mala comunicación puede ocasionar problemas de conducta.
Es importante que los cuidadores no profesionales se formen en los aspectos esenciales del deterioro cognitivo que sufre un gran porcentaje de las personas mayores. Además, ha subrayado la necesidad de que dichos cuidadores adquieran los conocimientos esenciales para afrontar con éxito, a través de técnicas y estrategias específicas, este problema en la relación paciente-cuidador, evitando problemas de conducta que pueden surgir por la incomunicación. De otro modo no sólo se va a mejorar la calidad de vida del mayor, sino que el propio cuidador va a manejar de un modo más satisfactorio el estrés diario al que se tiene que enfrentar, evitando así la aparición de problemas de salud, tales como el conocido como síndrome del cuidador.

Estrategias para una mejor comunicación:
En el deterioro cognitivo, la persona mayor va perdiendo la facultad para expresarse y recibir estímulos comunicativos. Por ello, es conveniente que el cuidador adapte su expresión comunicativa al estado en el que se encuentra el mayor.

“En las primeras fases todavía se mantiene la comunicación verbal. A medida que el deterioro cognitivo avanza y se hace más acusado, la comunicación verbal va desapareciendo y se hace necesaria la comunicación no verbal”. Así, en los primeros estadios del deterioro, “es aconsejable emplear palabras sencillas y frases cortas. También es importante tener en cuenta que no sólo hay que valorar el qué se dice, sino el cómo se dice, ya que la forma de decir las cosas influye notablemente tanto en la adecuada transmisión de los mensajes como en su aceptación por parte del receptor de los mismos”.
A medida que el deterioro cognitivo avanza, “el cuidador debe poner más cuidado en captar el lenguaje corporal y las emociones del mayor”, y, del mismo modo, hacer más hincapié en el “uso de este lenguaje corporal y emocional” cuando se comunique con el mayor, ya que, “va a permitir darse cuenta de cuál es el estado de ánimo del mayor”. “Además conviene transmitir mensajes objetivos”.
En las últimas fases de las demencias –en las que el deterioro cognitivo es muy severo -, “la desconexión es muy grande, pero, sin embargo, no hay ruptura”. En este punto de la relación cuidador-paciente, cobra especial relevancia la mirada y el contacto físico. “Es importante que el cuidador toque a la persona antes de iniciar la conversación, le hable de frente y le mire a los ojos mientras habla, ya que en estos estadios de la enfermedad, los mayores con deterioro cognitivo pierden gran parte de su visión periférica. De no hacerlo de este modo, es difícil que centren la atención en nosotros”.

Distinguir entre la enfermedad y la persona:
“El cuidador ha de distinguir en su relación entre la enfermedad y la persona, entendiendo que muchos de los comportamientos del mayor son fruto de la patología, no de su personalidad.
A partir de ahí, ha de saber qué técnicas y estrategias se pueden poner en marcha para que la comunicación y, por tanto, la relación entre el mayor dependiente y el cuidador, sea lo mejor posible en cada momento”.
El cuidador, cuando pasan estas cosas, “debería intentar no obrar según sus impulsos; debe observar el origen –ver la causa de ese problema-, reflexionar sobre ello y decidir cuál es el comportamiento más adecuado en cada caso”. De otro modo, estas situaciones conflictivas dan como resultado la existencia de un “estrés diario que condiciona los pensamientos, que, a su vez, condicionan en parte los sentimientos y, por ende, la conducta final que el cuidador expresa con el mayor con deterioro cognitivo”.

lunes, 25 de enero de 2010

Los ejercicios mentales podrían retrasar la demencia

Leer, escribir y otros ejercicios mentales posponen el declive de la memoria asociado a la demencia

Las actividades que mantienen el cerebro activo, tales como leer, escribir y jugar juegos de naipes, pueden retrasar el precipitoso declive de la memoria que define la demencia, sugiere un nuevo estudio.

La demencia es un declive en la capacidad mental, especialmente las funciones de la memoria y funcionamiento, que pueden ser causadas por enfermedades específicas tales como el Alzheimer y el Parkinson, así como los ataques y las infecciones al cerebro.

Mientras se sospecha que la genética juega un papel en la demencia, más y más estudios están mostrando que hay factores de estilo de vida que también podrían influenciar la severidad de los problemas.

El nuevo estudio, detallado en el número del 4 de agosto de la revista Neurology, involucró a 488 personas de edades de entre 75 y 85 que no habían tenido demencia al inicio del estudio. Se hizo un seguimiento de estas personas durante un promedio de cinco años; durante ese tiempo 101 de ellas desarrollaron demencia.

Al inicio del estudio, las personas informaron con qué frecuencia ellos participaban en seis actividades de esparcimiento que estimulaban el cerebro: leer, escribir, hacer crucigramas, jugar juegos de mesa o naipes, tener conversaciones grupales y tocar música.

Los investigadores observaron luego el punto en que la pérdida de memoria comenzó a acelerar rápidamente entre los participantes. Hallaron que por cada actividad adicional en la que una persona participaba, el inicio de la pérdida rápida de memoria se retrasaba aproximadamente 9 semanas.

"El punto de declive acelerado se retrasó 1.29 años para quienes participaban en 11 actividades semanales a comparación de las personas que participaban en solamente cuatro actividades semanales", dijo el autor del estudio, Charles B. Hall, del Instituto de Medicina Albert Einstein en Bronx, NY.

Los resultados se mantuvieron incluso cuando los investigadores tomaron como factor el nivel de educación de los participantes. A más alta educación menor ha sido la relación de ocurrencia de declive cognitivo en estudios previos (aunque algunos estudios han hallado una conexión opuesta).

Otros aspectos del estilo de vida de una persona han sido asociados con menores pérdidas de memoria por demencia, enfermedad de Alzheimer y declive cognitivo del envejecimiento normal.

martes, 19 de enero de 2010

¿Cuál es la relación entre la enfermedad de Alzheimer y los microsangrados cerebrales?

La enfermedad de Alzheimer (EA) es la primera causa de demencia en los ancianos. Su diagnóstico es principalmente clínico, aunque los marcadores más importantes son las hiperintensidades distribuidas en la sustancia blanca y la atrofia de los lóbulos temporales mediales que se observan en las resonancias magnéticas del sistema nervioso central, y los ovillos neurofibrilares y las placas de amiloide en las autopsias.

En estudios recientes se observó que los microsangrados en T2 (una técnica especial de resonancia) son más prevalentes en los pacientes con EA.

La gravedad de la demencia se definió mediante la prueba del minimental de Folstein (Mini Mental State Exam, MMSE) y la función cognitiva se evaluó con diversas pruebas neuropsicológicas. Además, se realizaron estudios de imágenes a todos los participantes para determinar la atrofia cerebral y sangrados y se midió la concentración de distintos bio-marcadores (como el amiloide beta) en el líquido cefalorraquídeo (líquido que nutre el cerebro).

Como resultado, los investigadores observaron que los pacientes con microsangrados obtuvieron peores resultados en las pruebas (17 puntos de promedio en la prueba del minimental de Folstein, comparados con 22 puntos obtenidos por los participantes sin microsangrados). Además, aquellos con microsangrados tenían menores concentraciones de amiloide beta (proteína típica producida en la enfermedad de Alzheimer).

Los autores concluyen que los microsangrados se asociarían a manifestaciones clínicas y bioquímicas de la EA más significativas, lo que sugiere que tendrían un papel en la generación de la enfermedad.

martes, 12 de enero de 2010

La leptina y su relación con el Alzheimer

Según se indican en un estudio reciente investigadores estadounidenses concluyen que la personas con mayores niveles de una hormona supresora del apetito, conocida como leptina y producida por las células grasas, serían menos propensas que otras, evaluadas dentro de dicho estudio y con menores niveles de la hormona, a desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

El grupo halló que una persona que comenzaba con los menores niveles de leptina tenía un 25% de riesgo de desarrollar Alzheimer, mientras que quienes iniciaban con las mayores cantidades de leptina tenían sólo un 6% de riesgo de padecer cualquier forma de demencia. Igualmente, entre aquellos que se realizaron controles cerebrales, las personas con mayor cantidad de leptina tenían mayor volumen cerebral en el hipocampo -un centro clave de la memoria- comparado con las personas que empezaban con niveles de la hormona más bajos.
Está en estudio el desarrollo de un tónico natural con leptina que pueda prevenir o retrasar los efectos de la demencia senil.

jueves, 7 de enero de 2010

El espesor de las arterias del cuello predeciría el deterioro cognitivo en los pacientes sin enfermedad vascular

La enfermedad vascular es un factor de riesgo comprobado para el desarrollo de deterioro cognitivo, pero la relación entre este último y la salud vascular no es tan clara. Existen parámetros que indican el grado de salud vascular en los pacientes asintomáticos que potencialmente constituyen una oportunidad para la detección precoz de la patología, entre ellos la medición ecográfica del espesor íntima-media en la arteria carótida común.

Este índice de enfermedad es útil para establecer el riesgo de episodios coronarios y accidente cerebrovascular. Por ello, se evaluó su correlación con el deterioro cognitivo y la demencia.
Los autores observaron que los individuos con mayor espesor carotídeo presentaban una declinación más acelerada de su rendimiento con el transcurso del tiempo, tanto en pruebas de memoria verbal y no verbal, como en pruebas de asociación semántica y funciones ejecutivas.

Como conclusión, el espesor carotídeo es un parámetro ecográfico que predeciría el deterioro cognitivo, especialmente en lo relacionado a la memoria, en personas sin patología vascular clínicamente manifiesta. Lo que ayudará a tratar precozmente las demencias.

lunes, 4 de enero de 2010

Repercusiones de la enfermedad de Alzheimer en el cuidador

La enfermedad de Alzheimer supone una preocupación para los administradores de la salud pública y para los cuidadores informales de los pacientes afectados. La realidad social de crecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida actual está extendiendo esta preocupación a la sociedad en general.

En nuestro contexto entre el 70 y el 80 % de los enfermos son atendidos por sus familiares. Esta asunción de responsabilidad implica un aumento del desgaste físico, una gran presión emocional y psicológica y de incremento del costo económico, que producen sobrecarga al cuidador y disminuyen su calidad de vida.

Las características de la enfermedad de deterioro cognitivo progresivo e irreversible, la discapacidad funcional que se deriva y la aparición de trastornos psicopatológicos son factores influyentes en la sobrecarga. También lo son la edad, el sexo, la escolaridad o la raza/etnia del cuidador, así como el tipo de relación previa establecida.

Los programas de intervención dirigidos directamente al cuidador pueden prevenir y/o reducir la sobrecarga manteniendo la calidad de vida del cuidador y del paciente. En esta revisión se analizan los factores influyentes en la sobrecarga y las repercusiones para el cuidador, y se describe la aplicación de las estrategias de reducción, su efecto y las posibilidades de mejora.

domingo, 3 de enero de 2010

Los antipsicóticos en demencia exigen un balance riesgo-beneficio


El uso de antipsicóticos en pacientes con demencia para tratar síntomas conductuales y neuropsiquiátricos debería restringirse a situaciones agudas y graves, según un informe del centro andaluz de documentación e información de medicamentos (Cadime), que denuncia que su utilización en estas indicaciones está muy extendida a pesar de "las escasas evidencias disponibles sobre su eficacia y la controversia existente en los últimos años sobre su seguridad"

Expertos consultados coinciden en que el abordaje de estos trastornos exige un balance beneficio-riesgo, dado los peligros potenciales de estos fármacos, pero advierten de que con frecuencia son la única opción para los pacientes y sus familiares.

La frecuencia de síntomas no cognitivos en demencia es muy alta. Hasta un 90 por ciento de los afectados de Alzheimer sufriría al menos un trastorno conductual, y hasta un 70 muestra agitación e irritabilidad en el primer año de diagnóstico. El artículo, publicado en el Boletín Terapéutico Andaluz, señala que si los síntomas son de carácter leve a moderado, se debería considerar en primera instancia aplicar tratamientos no farmacológicos u otras terapias. "No se suelen utilizar como norma", replica la jefa de Psiquiatría del Hospital Clínico Universitario San Juan, de Alicante, María Angustias Oliveras. Son la alternativa "cuando se han agotado otros medios" y a "dosis bajas o muy bajas, con un control estricto de resultados". Sólo están indicados en el tratamiento de los síntomas psicóticos, en los cuadros de agresividad y agitación, puntualiza el director médico la Clínica Padre Menni de Pamplona, Manuel Martín.

En su utilización, "el problema de seguridad constituye un elemento importante en la elección del antipsicótico", defiende Manuel A. Franco, jefe de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Zamora. Los expertos destacan que su manejo en estos pacientes es complicado y exige un enfoque integral. Asimismo, apunta Martín, "cualquier clínico que trate con estos pacientes sabe que tienen un papel en el tratamiento de los síntomas neuropsiquiátricos y que probablemente, antes o después, tendrá que recurrir a ellos".


Una extensión "justificada"
Todos creen que su uso está extendido, porque "su eficacia y tolerabilidad, con los de segunda generación, están justificadas", afirma Luis San Molina, del Ciber de salud mental (Cibersam). sin embargo, Antonio Lobo, también del Cibersam y catedrático de la Universidad Zaragoza, advierte de que a raíz de estas advertencias "su utilización es considerablemente más cuidadosa".

La aparición de los atípicos supuso un importante avance en la reducción de los efectos adversos como el parkinsonismo pero se asociaron a un riesgo cardio y cerebrovascular y una mayor mortalidad. "Hasta el punto que se nos dijo que teníamos que volver a los de primera generación", resalta el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), Pedro Gil.

Pero, cuando se han estudiado, los riesgos se han hecho extensivos a éstos. Como consecuencia de los problemas de seguridad, se paralizaron los ensayos con atípicos para su registro en pacientes añosos con demencia y sólo risperidona cuenta con esta indicación aprobada, recuerda Luis Agüera, responsable de la Unidad de Investigación Proyecto Alzheimer de la Fundación Reina Sofía. Aunque, en la práctica, se usan también otros tanto de primera (como el haloperidol) como de segunda generación.El artículo del Cadime pone en entredicho su extensión dado que las evidencias disponibles de ensayos y estudios comparativos serían insuficientes. "Tal como se plantea aquí, es algo razonable y que responde a la realidad", destaca Franco.

"No ha habido suficiente investigación reglada en este sentido", coincide Agüera. "Sin embargo, su aplicación en la práctica clínica durante más de 50 años ha demostrado que su eficacia es real". Este debate es indicativo, para muchos, de la falta de investigación en geriatría. La mayoría entiende que el quid está en la cuestión económica. Para Gil y Martín, la exigencia de visado para su prescripción en mayores de 75 años es "discriminatoria" y una forma de "estigmatización".